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CRUDO

Mi esencia sin hipocresía social

¿Sigues en primaria o ya has hecho el máster? 

Los puntos de esta página están crudos, sin apenas «cocción social». Por lo que si te atragantas con alguno, mejor no pases al siguiente.

 

Pero si descubres que lo crudo y honesto te gusta, sigue. Quizás algo en tu interior haga click y empieces con eso que lleva tiempo rondándote por la cabeza.

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¡Por cierto!: si eres de esas personas que siempre buscan «ir al grano», la frasecita tatuable, el truquito del día o el consejo del experto de moda, puedes pasar de esta página. O de toda la web, directamente.

 

De lo contrario, ¡bienvenidx!

Manifiesto personal

Lo que nunca te daré

De mi nunca obtendrás motivación de auditorio, happyflowerismo o recetas con «verdades» de experto que nadie tiene.

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Tampoco atajos, ni fórmulas, ni truquitos de gurú.

 

Porque no busco tu aplauso, sino proponerte que mires dentro de ti, utilizándome a mí como un espejo ante el que desnudarte.

 

A fondo y sin filtros, pero con amor y respeto.

 

Yo no quiero construir ningún personaje en tu mente, sino encarnar un mensaje contundente: el de que puedes ser como deseas ser y lograr lo que deseas lograr, si aprendes cómo.

 

Y no diciéndote más chorradas de autoayuda, sino acompañándote desde la calma y las certezas que dan las heridas bien cicatrizadas; desde el dolor que ya me transformó y me orientó; y desde la humildad que me hará respetar lo que te cueste ver.

Trabajo desde mi experiencia y formación, en ese orden. La primera me da el foco, la certeza y la claridad. La segunda, el método y la estructura.

Solo hablo y trabajo desde lo que viví

No trabajo desde teorías ni desde nada que no haya vivido. Lo hago desde mis certezas. Las mías, las que me dolieron y las que me construyeron. Las que me hicieron entender lo que ahora comparto.

 

No tengo verdades para nadie, solo vivencias. Así como no tengo todas las respuestas, pero sí algunas preguntas muy bien respondidas.

 

¿Mi propósito?


Romper con todo lo que te hace creer que no puedes.

Para qué tipo de personas tendrá sentido lo que doy

Para las que creen que si otras personas pueden, ellas también.

Simpatía personal aparte, para las que ya sienten que la vida humana —tal como la vivimos— está cada vez más desconectada de la vida real. Y que vamos a peor.

 

Para las que ya han despertado del borreguismo social y saben, por ejemplo, que no ofende quien quiere ni quien puede, sino quien se encuentra con quien se deja ofender, de lo verde que todavía está.

 

Y, también, para las que ya han comprobado que solo con entusiasmo, con «verdades» de expertxs o con flipadas pseudocientíficas, no cambian nada en su día a día.

Con las que vienen de casa con los deberes hechos: un mínimo de autoestima, madurez emocional y determinación para hacer lo que nunca han hecho, y como nunca lo han hecho. Porque el logro personal es de lxs valientes.

Con qué tipo de personas quiero y puedo trabajar

Con las que, por el detonante que sea, han gripado en su vida actual y quieren un cambio radical. Sepan en qué y por qué o no tengan ni idea de por dónde empezar. ​

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La transformación es explosiva cuando, además, son humildes, cualidad hermana de la inteligencia. Y la mejor base sobre la que cimentar sin egos y sin resistencias. 

Imposible gustarle a todxs. Y ni ganas. Así me mantengo honesto

Aunque mi metodología se adapta y se personaliza completamente a cada persona, elijo con quién sí y con quién no.​​

Poder dedicarme a una vocación, en este momento de mi vida, me permite poder escoger con quién trabajar.

 

Así garantizo una transformación brutal en la persona, al tiempo que yo disfruto el proceso, lo que revierte en un amalgama extraordinariamente eficaz y empático.

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Pero lo mismo sucede con todo el contenido divulgativo que genero, que todo es libre, sincero y sin hipocres​ía social. Y es así por honestidad y compromiso personal.​​​

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Si crees que algo externo a ti tiene la más mínima relación con una vida plena, lo siento: no es aquí.

Haré pocos amigos con este punto, sobre todo con aquellos que miden su éxito en la vida por las cosas o personas que consiguen tener o meter en ella. Pero ya me gusta polarizar.​​​

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Si necesitas ver el coche o el reloj que llevo a modo de garantía de que lo que hago funciona, lo dicho: no es aquí.

 

Yo vivo en un plano más profundo y hace muchos años que superé ese tipo de cosas.

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Si quieres saber de cuando aún estaba ahí, clica aquí.

Cochazos, relojazos, abundancia, éxito, ego, ego, ego, ego...

Respeto a quien anima desde la motivación, consuela desde la compasión y entretiene con teorías, siempre que no promulgue verdades absolutas que nadie tiene.

 

Y respeto más aún a quien todo eso le sirva en su camino. Cada uno tiene su proceso. 

 

Mi forma de contribuir es otra: compartir lo que a mí me transformó de verdad.

 

Conceptos y procedimientos que sí funcionan en cualquier ser humano, como el amor propio, el autoconocimiento, la humildad, el valor, la perseverancia o la aceptación de la vida real tal como es. Y no fantasías o chuminadas sin evidencia científica.  

Hace años que superé los filtros. Hace años que ya soy yo

Yo no necesito la aceptación de nadie. Los filtros suavizan, distorsionan o exageran. Pero siempre alejan. De ti. De lo que sientes. De lo que eres.

La única consideración y aprobación que necesito es la mía. Todo el mundo dice eso. Yo, además, lo digo de verdad.

 

Hace años que rijo mi vida, obsesivamente, por lo que para mí es la sinceridad, la honestidad y la integridad. 

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En consecuencia:

 

  • no miento de ninguna forma, ni para quedar bien,

  • no invierto tiempo en quien no crea que lo merece,

  • no finjo hablar condescendientemente si no lo siento.

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Cuando mi familia se arruinó, por la misma puerta que salió todo lo que teníamos, también salieron «amigos» y entorno.

 

Tardé años en reconciliarme con el género humano, y cuando lo hice fue con una condición: ser fiel a mí mismo. Siempre.

Demagogia y memez social en sus máximos históricos.

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Tasas récord de desidia, ansiedad, depresión adulta y juvenil, suicidios, consumo de psicofármacos y todo tipo de trastornos mentales inventados por la industria farmacéutica.

 

Reggaetonerxs e influencers con estéticas y mensajes llenos de fobias, marcajes y todo tipo de taras sociales, como referentes de muchos de nuestros adolescentes.

 

Una política y una televisión cada vez más ejemplarizantes y legitimadoras de los peores rasgos del ser humano.

 

Falta de respeto a cualquier forma o expresión de autoridad, incluyendo personas mayores y profesorxs.

 

Decadencia sistémica de amor propio y hacia el prójimo.​

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Pérdida de sentido común, valores fundamentales y criterio.​

Breve reflexión sobre cómo veo la sociedad actual

Y al hilo de la sociedad...

Las verdades absolutas NO existen en psicología. La falta de conocimiento y norte sí.

Para construir una casa, corregir una arritmia o divorciarte, acudes a un arquitecto, un cardiólogo o un abogado. Lógico, ¿no?

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Sin embargo, hoy en día cualquier persona es «experta» en psicología y válida para dar consejos sobre bienestar mental.

 

¿Y quién les da ese poder? ¿Ellos mismos, cada uno con sus «verdades» ilusorias? ¿O quienes les siguen y les aplauden?

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Nadie nace enseñado. No se nos puede culpar por no saber elegir nuestras creencias, entender y controlar nuestras emociones, definir límites, identificar fortalezas o decidir cómo ser. Ni tan solo por no saber cómo hacerlo ya de adultxs.

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Y por ahí entran muchxs expertxs, con cualquier formación menos psicología, pero sí con carisma para conectar con personas desorientadas y decirles justo lo que quieren oír. Aunque sean teorías vestidas de «verdades» o trivialidades de difícil aplicación.

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La única verdad absoluta relacionada con nuestra mente –y que sostiene la evidencia científica— es que no existen dos personas iguales. Y que solo transforma el esfuerzo y la perseverancia que imprimamos en acciones nacidas de nuestro autoconocimiento.

Mi conexión con la vida real. O madurez, como prefieras

Para mí, maduramos cuando:

​Ya no nos llevamos nada a la personal;

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Comprendemos que cosas como la justicia, el bien, el mal, lo bonito, lo feo y toda clasificación de lo que acontece en la vida real no son más que pajas mentales en la vida humana;

 

Entendemos cómo funcionan las emociones. Y dejamos de ser «víctimas» de nuestros malos condicionamientos adquiridos; 

 

Ya no fabricamos ningún tipo de trauma ni autosabotaje; 

 

Superamos duelos sanamente y crecemos con ellos;

 

Nos permitimos llorarlos y nos afectan, sí, pero aceptamos los golpes de la vida. Y agradecemos poder crecer con ellos;

 

Comprendemos que nuestro cerebro lo hace todo únicamente por él. Y dejamos de creer en ilusiones como el altruismo o que nos enamoramos de otras personas y no de lo que significan para nosotros. Ese día pasamos de necesitar a desear. Y, ya sí, a aceptar, amar, soltar y ser libre y sanamente;

 

Comprendemos que nacemos, vivimos y morimos solos. Y que nadie que esté en nuestra vida es para siempre. Mucho menos de nuestra propiedad, como quienes lo piensan de los hijos;

 

Indagamos y depuramos lo no elegido libremente en nuestra vida. Y decidimos quiénes y cómo queremos ser;​

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Cobramos consciencia DE VERDAD de que solo tenemos el momento presente y lo gozamos con pasión, en lugar de hacer el imbécil con el móvil o estar pendientes de otras personas;

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Lejos de temerla, aceptamos e integramos la muerte como algo natural, que no nos cogerá por sorpresa cuando llegue. 

10 de mis pilares. Por si alguno de ellos te da un empujoncito para dar el paso que tú sabes

1. Por desesperación perdí las ganas de vivir, pero de verdad, no de boquilla. Caí tan abajo que casi acabo con todo. De bien gestionarlo, forjé los cimientos de la resiliencia que hoy me hace saber dónde están mis límites reales. Y de lo que soy capaz y a lo que me puedo llegar a adaptar. 

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2. Tras tocar fondo efectué una profunda transformación vital que me llevó, entre otras cosas, a depurar todo mi entorno. Solo entonces pude desplegar las alas con las que emprender el vuelo para el que había nacido. 

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​3. He superado traumas. Sé sufrir y sé cómo pasar duelos. He crecido y he madurado. Ahora ya sí soy responsable de mi vida. Y estoy preparado para cuando llegue mi muerte. 

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4. La persona que más quise en mi vida murió cogida de mi mano y no solté la suya hasta que noté que se enfriaba. Tras llorar durante ocho días, sin cesar, decidí que el vacío que me dejó no haría de mi un débil pusilánime, carne de terapia durante meses y renqueante de por vida. Llené su vacío con amor propio. Quien también lo ha hecho, sabe de lo que hablo. A quien no, le enseño.​

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5. Me respeto y me quiero. Por eso cuido mi cuerpo y mi mente, no tengo vicios y jamás fabricaría una depresión.

​6. Sé lo que es aceptar desde la bondad. Sé lo que es la gratitud y la contribución verdaderas, y viven en mí.

 

7. He estudiado muchísimo más de lo que pongo en algún sitio de esta web. Pero solo aprendí y crecí con la forma de comprender, aceptar, integrar y bien utilizar todo lo vivido. En especial las grandes putadas.

 

8. Soy lo primero y más importante para mí, es decir, que reconozco y acepto nuestra naturaleza animal. Así tengo una relación sana con la vida, conmigo mismo y con los demás. Si esto te suena egoísta, culpa a la socialización.

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​9. Por suerte, la muerte de la persona más querida no ha sido mi único contacto directo con ella. Gracias a ello la integro en mis días. Y le sonrío, como un medidor directo de mi nivel de conexión y aceptación de la vida tal como es. No vivimos de verdad hasta que no la comprendemos e integramos. Si todavía no es tu caso y te sigue dando cosa pensar en ella, aún estás muy al inicio del camino. Despierta, que no te pille desprevenidx cuando llegue.

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10. Hoy en día vivo mi mejor vida, en paz y equilibrio, autorrealizado desde dentro. Soy autosuficiente a nivel emocional y funcional, y mis relaciones interpersonales actuales son todas ellas sanas y significativas. Ahora sí.

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